Crios


 

http://www.ijigg.com/jiggPlayer.swf?Autoplay=0&songID=V2CF747FPB0

(Dale al play)

Cuando la ves entrar por la puerta, siempre te llama la atención su forma de caminar, cabizbaja, desganada y, sin embargo, sonriente. Parece una niña pequeña que ha roto muchos platos y se ha escapado del castigo con sus artimañas de hija predilecta. Se detiene frente a ti. Levanta sus ojos, que llevan las palabras dulzura y tristeza implícitas en sus párpados, y con una pequeña sonrisa, siempre un poco forzada por la obligación de salir de su torre de marfil oscuro, te dice un simple "hola". Poco a poco se quita los auriculares de su reproductor de MP3, hace un ovillo con el cable alrededor del aparatito y cuidadosamente lo guarda en el bolsillo de su sudadera de terciopelo verde, envejecida por el uso.
No le gusta venir a verme. Ella sabe que cada vez que entra en esta sala, le obligo a desnudar su alma para descubrir sus más ocultos secretos. Me odia, y cada día que pasa, su rabia aumenta un poco más. Pero tengo que hacerlo. Es por su bien.
Se sienta en la butaca. Hoy no le he dicho que vayamos a hacer ninguna actividad. Con ella eso ya no funciona. Ha tomado la iniciativa. Se enciende un cigarro. Le dejo fumar en mi despacho, incluso teniendo en cuenta que sus padres no saben que fuma, o si lo saben, prefieren hacer como que no. Me mira fijamente, como si intentara hipnotizarme. Me incomoda su mirada. Esta vez hay algo en ella que me amenaza, pero no debo olvidar quién tiene la posición de poder dentro de esta sala. Siento como sus ojos atraviesan todo mi ser y su odio ponzoñoso contamina mi desilusionada alma. Y creo que es por el simple hecho de que yo sea un hombre. Pero eso es algo que no puedo cambiar por mucho que quiera.
– ¿Qué vamos a hacer hoy? – dice ella súbitamente.
– Lo que tu prefieras, – le contesto – hoy mandas tú.
Se sorprende. Le da una calada a su cigarro. Me pone una sonrisa pícara. No se lo esperaba.
– Vámonos al parque – propone.
– Pues vamos – le respondo, y me levanto de mi asiento para coger mi chaqueta.
Ella recoge sus cosas. Casi soy capaz de leer sus pensamientos en la expresión de su sonrisa. No puede creer que haya funcionado. Quería escapar de aquel lugar que para ella se asemejaba a una cámara de tortura y lo ha conseguido.
Bajamos en el ascensor. Estamos solos. Procuro disimular y hacer que ella crea que no la observo, que no estudio cada uno de sus movimientos, analizándolo al instante para extraer un significado inmediato y construir así una estrategia posterior. Y es en este preciso instante cuando me doy cuenta de que por muy malvada que haya sido y a pesar de sus acciones pasadas, tan sólo es una cría desorientada, como lo fui yo no hace mucho tiempo.
(Continuará)
—————————————————
Próximo combate: Indeterminado
Quedan 40 posiciones

3 pensamientos en “Crios

  1.  
    ¡Vaya! Veo que tienes nuevas motivaciones. Jejeje. Todo un comienzo como "Prieto" manda, ¡un gran comienzo!. Espero que no nos hayas dado sólo un caramelo y sigas repartiendo dulzura por estos lares. 
     
    Un abrazo. 

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.