Submarinos en los institutos


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Como bien sabréis muchos, la conselleria de educación de la comunidad valenciana decidió hace ya un año y pico prescindir de gran parte de su personal interino porque suponíamos un gasto excesivo para las arcas del consell. En esa patada generalizada, muchos nos fuimos poco más que a la mierda y vimos como nuestras empobrecidas cuentas se vaciaban para subsistir unos meses ya que, por desgracia, no nos daba trabajo ni el tato. Y no es que los profesores fuéramos unos snobs que por menos de 1800 € no movíamos un dedo, era simplemente porque estábamos tan preparados que para el poco trabajo que había no valíamos. No eran trabajos buenos: profesores/as particulares, camareros/as, obreros/a, putos/as… El abanico laboral que se nos abrió de golpe era tan grande como uno de los ojos del fary(que en paz descanse).

Pues bien, hasta hace un par de semanas yo era un parado más. Uno de esos que van por la calle en chandal y sin afeitar. A veces con una cerveza de litro en la mano como en los 90, sólo por aparentar, que hasta para ser parado hay que tener cierto look, yeah!. Y digo era, porque me llamaron de una conocida editorial de libros de texto que empieza por S, para que me incorporara a su «equipo comercial», también llamado «equipo de alimañas». Yo pensé que por fin todo se iba a solucionar, que realmente me había llegado una oportunidad de futuro y todo eso… Hasta que descubrí para qué me habían llamado. Y es que el noble arte de reciclar profesores en paro es algo que están aprovechando todas estas grandes marcas para joder un poco más al personal y, por supuesto, vender vender y vender.

Todos mis «compañeros», o casi todos, son ex-profesores: gente que se sabe mover por un instituto, que tiene contactos y que sabe de qué hablar con un docente. Todas esas cualidades nos capacitan para sacar toda la información posible de todo el personal del centro, engañar a nuestros ex-compañeros y amigos, y a colarnos por las dependencias como sí fueras vulgares cacos. Diréis que soy un exagerado, pero tengo un manual de la empresa y un montón de mensajes que me sirven de prueba, donde se nos especifica cómo tenemos que actuar para conseguir algo tan «público» como la lista de profesores y alumnos del centro, sus horarios y sus(aquí viene lo bueno) gustos y filiaciones. Sí señores, porque una de las primeras cosas que me dijeron es que tengo que ser amiguísimo de todos aquellos profesores y jefes de departamento a los que vaya a visitar, aunque luego me importé una puta mierda su vida, pero tengo que crear un lazo emocional con ellos para colarles mi producto. ¿Perdona? ¿Me estas diciendo que tengo que ser un comebolas? No me pagan suficiente ni por asomo. Otra estrategia es la del «cuelate por dónde puedas». Me han dado instrucciones precisas de colarme en todos los departamentos que vea abiertos y rebuscar entre los documentos que ve encima de las mesas para sacar información, además de meterme sin permiso en el despacho del director o del jefe de estudios para sacar las listas de jefes de departamento. Esto es ser ruin, y lo demás son tonterías.

Pero lo que ya ha terminado de darle la estocada final ha sido el tema «submarinos». ¿Qué mierdas es un «submarino»? Pues en resumidas cuentas es un tío, un amiguete, o no tan amigo pero que has sobornado con regalos o dinero, para que interceda por ti en las reuniones de decisión de libros. La editorial que empieza por A suele pagar a alguien del departamento con sobres tipo Bárcenas para que haga presión. Las que empiezan por S simplemente te regalan algo, como un portátil o una tablet. Pues bien… Me han pedido que saque mi agenda de contactos y hable con todos mis conocidos par que sean mis submarinos, a lo que yo pensé:»eso es prevaricación ¿no?». Pero es posible que yo sea demasiado tonto, demasiado honrado. Aquí me he dado cuenta que realmente soy profesor, no soy nada más. Ni vendedor, ni timador, ni espía, ni ladrón, ni mafioso… Simplemente soy un profesor que ha tenido que venderse para poder pagar sus facturas. Adoro dar clase, y tengo demasiados escrúpulos como para pasar por esas prácticas repulsivas. Soy como el tatuaje de Jack en perdidos: «camino entre vosotros pero no soy uno de los vuestros».

Nada


Nada es el título de una gran novela escrita por Carmen Laforet en 1944. Nada es la ausencia del todo, el vacío, la inexistencia y el cero absoluto. Zero es una canción de los Smashing Pumpkins publicada en 1995 en el álbum Mellon Collie and the Infinite Sadness, un disco que se considera el The Wall de la generación X. X es una variable matemática utilizada en ecuaciones cuando se desconoce el valor numérico de dicha cifra, y por lo tanto es nada hasta que no se llega a resolver.

Un poco de cine de verano… Gracias por nada


 

He de reconocer que desde hace bastante tiempo no piso un cine si no es que me han invitado a un preestreno, y la verdad es que era algo que siempre me ha gustado. La magia de entrar en una sala oscura con un cubo de palomitas en la mano y una bebida gigante ultra azucarada en  la otra para pasar dos horas dentro de una historia siempre me ha encantado. Pero claro, los recortes, la subida de los precios y la calidad de las últimas producciones que llegan a la cartelera me han transformado en un pequeño seguidor de los DVDscreener y similares(yo que los odiaba a muerte). La situación es la que es, y por eso ahora me hago la ilusión con unas palomitas de microondas y una gaseosa del carrefour en el salón de mi casa. No es lo mismo, pero a veces funciona. Así que ahora si hay algún estreno que quiero ver, lo hago o bien en versión original subtitulada o con una calidad de imagen y sonido cuanto menos cuestionables… peeeero, nada comparable con la experiencia que viví hace unos días viendo la «maravillosa» y «nada predecible» «película» titulada Objetivo: La casa blanca. OMFG! ¡Qué cosa! ¡Qué indescriptible sensación de estar viendo un clásico que pasará a la historia! Es casi tan tan tan buena como pegarle a tu hermano pequeño con un calcetín lleno de mierdas de gato. Es tan tan buena que he decido escribir una carta al estilo Homer Simpson, no al director ni a los actores, sino directamente a la película.

Querida Objetivo: La casa blanca:

Eres tan guay que te recomendaría a una legión de monos que acaban de beber un purgante. He de reconocerte que no he pagado para poder verte, pero incluso en DVDscreener sigues siendo la misma hez de perro que prometes en la portada. Sé que bebes de fuentes anteriores como Independence Day y que la legión de gualtrapas que hicieron tu guión sólo intentaban infundir miedo en la población norteamericana con los peligrosos coreanos del norte, que te dan mucho miedo, pero no sé por qué. Tal vez si los hubieras cambiado por un comando de elefantes incontinentes hubiera mejorado la cosa, pero quién soy yo para criticarte.

He de decir que cumples lo que prometes. Hay un objetivo, que es la casa blanca, y dices en el subtítulo que «el mundo no estaba preparado para este día»… ¿el mundo? ¿en serio? A ver, no te dejan subir a un avión con una botella de agua y un peine por si eres un terrorista, pero nadie ve un autobús lleno de coreanos armados hasta las cejas.  Aún así quiero felicitarte porque has hecho que olvide otros truños como El imperio del fuego, Los Simpson: La película, El Hobbit o Teniente Corrupto. 

Tus actores son… muy muy profesionales. Deberías hablar con ellos y enseñarles lo que significa la palabra interpretar. Incluso Morgan Freeman, que normalmente es sinónimo de buen hacer, aquí se comporta como un hombre sin bullate. Y sí, lo has leído bien, escribo cosas que hace años que no pronuncio.

Así que gracias por existir, porque me has recordado por qué era necesario subir el IVA en los cines y teatros, porque cosas como tú se tienen que evitar a toda costa.

Por cierto, saluda a tu amiga Oblivion, que la veré esta semana.

Días de luces infinitas


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 Hay momentos en esta vida en los que es necesario aceptar que nuestro destino está marcado de una forma que no podemos comprender y que igualmente debemos destruirnos por completo para poder intentar renacer de alguna forma. No podemos seguir conduciendo cuando la carretera se ha acabado, es así de simple, y si no hay carretera tal vez sea el momento de deshacer tu camino.

Tomar decisiones es algo tan difícil como empezar a escribir una historia y, en verdad, estas decisiones podrán llevarte por caminos opuestos que nunca conoceremos totalmente. Vamos a intentar explicarnos.

En psicología cognitiva la resolución de problemas se refiere al proceso mental que un sujeto pone en marcha para descubrir, analizar y resolver un determinado problema. Esto implica un proceso necesario de cinco pasos que constituye el total proceso cognitivo:

1)Descubrimiento del problema

2)La decisión de abordar el problema

3)La comprensión del problema

4)La investigación de las opciones disponibles

5)Tomar las acciones necesarias para lograr la meta.

Esto que parece tan sencillo en muchas ocasiones se nos puede presentar como un auténtico drama, como en el caso de las personas con síndrome de indefensión adquirida, también llamado de desesperanza inducida, en la que el sujeto(desgraciadamente, en su mayoría mujeres) ha sufrido un proceso continuo de malos tratos y vejaciones, produciendo así un desgaste psicológico producido por la violencia(en ocasiones no física) y el desprecio. Una persona despreciada se puede convertir en una persona resentida, o en una persona infinitamente pequeña respecto a su ego original formado.

Sinceramente, yo siempre he apostado por empatizar con todas las opiniones y las partes del problema. Es una opción personal, por supuesto, pero creo que todos debemos observar los diferentes puntos de vista de una situación antes de actuar o abordar un problema. Creo en las buenas intenciones de todo el mundo y en nuestra capacidad altruista de ayudar a los demás, pero cuando a pesar de todos tus intentos por arreglar una determinada situación, no hay colaboración para solventar ese problema, es el momento de tomar decisiones que posiblemente nos induzcan a un nuevo camino. Y esto es importante remarcarlo, ya que aunque tengamos las mejores intenciones, no siempre las cosas surgen como esperamos. La felicidad es una de las partes más importantes de nuestro constructo personal. Estamos hechos para ser felices y debemos perseguir esa meta bajo cualquier circunstancia. Si alguien o algo es un impedimento para conseguirlo, tal vez es el momento de parar, reflexionar y, como hemos dicho antes, resolver ese conflicto.

Si todo esto nos da miedo, porque no somos capaces de enfrentarnos al problema, o una vez que hemos dado el primer paso nos arrepentimos porque tenemos miedo a la soledad o a la indefensión, utilizad la PNL(programación neurolingüística) repitiendo afirmaciones que significan esto: Eres fuerte, no decaigas. Es normal que tengas miedo, pero todo pasa, ya lo verás. Mírate ahora ¿has ganado o has perdido?. Procura buscar el consenso para que el proceso sea lo menos duro posible, todos te ayudaremos siempre. No tienes nada que temer, confía. Verás como todo, poco a poco se arreglará.

Estos son días de luces infinitas, buenas y malas.

Piensa global, actúa local


NetworkingUno de los principales estandartes del budismo es el de no modificar el entorno, es decir, que el mayor logro de un ser humano es poder pasar por este mundo sin dejar su huella plasmada en la tierra o en su gente.

Si lo pensamos fríamente, en nuestra sociedad occidental, es prácticamente imposible. Podríamos considerarlo incluso como una antítesis de todos los valores de occidente. Nuestra única meta desde que nacemos, es ser recordados tras nuestra muerte, y así actuamos en consecuencia. Miguel de Unamuno rabiaba intelectualmente con esta idea sobre sus entintados dedos. ¿Y quién no desea esto? La trascendencia eterna es el caballo de batalla del cristianismo, o por lo menos uno de ellos. Pero, me gustaría centrarme en algo más cotidiano, algo más diario, porque evidentemente pasar a los anales de la historia es algo precioso(siempre y cuando sea por algo bueno, claro), pero todos nosotros actuamos de manera local, de manera cotidiana, para cambiar el mundo(a veces para mejor, y otras para peor).

Normalmente no nos damos cuenta de lo importante que puede llegar a ser nuestra red de conocidos, amigos y familiares. Este tipo de red, aunque su denominación se ha desvirtuado en estos últimos tiempos, es nuestra auténtica red social. John Barnes y Elizabeth Bott acuñaron este término allá por los años 70, estableciendo un parámetro básico entre los sujetos de esta red: una relación continua e influyente de forma recíproca. Inquietante, ¿verdad? Más que nada, por lo de influyente.

En nuestra auténtica red social, es decir, la gente con la que nos relacionamos constantemente, se producen cambios y pulsiones que nos hacen reflexionar e influir sobre el medio. Os pondré un ejemplo: cuando quedas con un amigo para tomar un café y para contarle qué te ha ocurrido en la última semana, le estás haciendo partícipe de tu carga emocional. Éste, a su vez, te dice que te queda muy bien tu corte de pelo, o la ropa que llevas, y te influencia posteriormente en una toma de decisiones. Si además de todo esto, ese amigo te pide consejo y tú buenamente le respondes en función de tu conocimiento del mundo(una realidad acotada a tus sentidos y tu cognición, eso no hay que olvidarlo) le estás motivando para emprender determinados actos o pensamientos. Ese amigo a su vez tiene un familiar u otro amigo, que repetirá el proceso, porque en verdad, aunque somos muy complicados los seres humanos, actuamos casi siempre de igual manera, y las respuestas que dará o los consejos que donará estarán posiblemente influenciados por los que tú le proporcionaste o por las acciones y reflexiones derivadas de ellos. Y así sucesivamente. Es decir, una acción individual puede convertirse a través de una red social en una acción global.

Piensa en lo importantes que es tu pareja, amigos y familia. Piensa en lo mucho que te pueden llegar a ayudar al cabo del día, aunque no estén ahí, y sobre todo piensa en lo que tú les estás ayudando. Puede que no pases a los libros de historia como un gran literato, o como un gran músico, un gran arqueólogo, el instigador de una nueva corriente psicológica, ni siquiera como un buen científico, pero sin duda habrás dejado tu huella en esta tierra.

El origen de toda adicción se encuentra en ti


 

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Ayer, esperando para entrar en clase de psicología de la emoción me vino a la mente una de esas frases que bien podrían ser el principio de una buena historia. Y dándole vueltas a esa frase empezaron a surgir varios personajes y varias situaciones.

Hacía tiempo que no me ocurría esto, así que decidí hacer un pequeño boceto para que no se me olvidara .

La historia que he vomitado es bastante dura, más de lo que considero normal en mí, y no creo que llegue a nada, pero me sirve de excusa para investigar uno de los campos que más me obsesionan dentro de la psicología junto con los trastornos de conducta obsesivo-compulsiva, la hipocondría y la personalidad múltiple: las conducta adictiva.

El trastorno de conducta adictiva es algo tan sumamente peligroso y a su vez común en nuestra sociedad que sería difícil de tratar en un artículo de estas características. La histeria fue el mayor problema psiquiátrico y psicológico del S.XIX. Bajo este parangón se englobaban toda clase de problemas de conducta que resultaban nocivas para la sociedad y para el paciente. Hoy por hoy, no cabe duda que uno de los mayores problemas de nuestro siglo es el abuso de sustancias psicoactivas, tal y como constataron Kessler y sus colaboradores en un estudio que evidenciaba en un rango extrapolable de población un alto índice de adicciones donde el alcohol era el más destacado.

Adicciones hay muchas, y de muchos tipos, por eso a veces es preferible hablar de «trastorno de conducta adictiva» en lugar de adicción a algo. Una persona puede ser adicta a una sustancia(como la droga, el alcohol, el tabaco), al sexo, a comprar compulsivamente, o incluso a internet. Es más, en la gran mayoría de los casos, esa conducta adictiva se afianza en el sujeto como un rasgo de su personalidad, haciendo que cuando abandona una adicción comience con otra. Por lo tanto, ya no hablamos en términos coloquiales de «estar enganchado a algo» sino de nuestra predisposición para «engancharnos a una sustancia, una situación o un entorno determinado». Tan adicto es un fumador empedernido que se enciende un cigarro tras otro, como el adolescente que desde que se levanta hasta que se acuesta está comunicándose por Whatsapp o Facebook.

Pero vayamos por partes. ¿Qué es una adicción o una conducta adictiva?.

La adicción es una enfermedad primaria, que afecta al cerebro, caracterizada por una conducta repetida que surge de una necesidad orgánica o psicológica, que escapa del control del individuo. Está constituida por un conjunto de signos y síntomas característicos, que dependen de la personalidad de cada adicto, así como de las circunstancias socio-culturales que lo rodean. La adicción es, frecuentemente, progresiva, es decir, la enfermedad persiste a lo largo del tiempo y los cambios físicos, emocionales y sociales son acumulativos y progresan mientras el uso continúa. La adicción suele causar muerte prematura a través de complicaciones orgánicas que involucran al cerebro, hígado, corazón, y otros órganos, dependiendo del tipo de adicción y contribuye a la ocurrencia de suicidios, homicidios, violencia, maltrato, violación y abuso sexual, accidentes y otros eventos traumáticos interpersonales y/o familiares.

Existe toda una bioquímica de la adicción que va modificando el tejido neuronal del individuo conforme se va afianzado en su transtorno, y esto es importante, porque por desgracia no hay una etiología (origen) clara del proceso adictivo. Se ha encontrado una influencia conjunta de factores socio-culturales, psicodinámicos, familiares y genéticos que podrían propiciarlo. Es decir, que los individuos que han tenido familiares adictos, son potencialmente candidatos a tener una conducta adictiva de cualquier tipo, siempre y cuando se den las condiciones para que este rasgo se desarrolle.

Por lo tanto, la adicción a algo o a una situación/conducta es un hecho innato en el ser humano. Nuestra psique aplaca ese impulso de una manera activa, pero la pulsión(en términos puramente freudianos) en ocasiones provoca traumas que despiertan estas conductas. Y es que en principio es así. Toda la corriente psicoanalítica habla de que la conducta adictiva tiene que ver con un trauma del pasado(es una afirmación un tanto categórica y no demasiado acertada, pero nos sirve ahora). Este trauma nos impulsa a actos autodestructivos donde el abuso de sustancias o el desorden en la conducta diaria. ¿Cuántos adictos al juego entran en este círculo por un entorno depresivo? o ¿Cuantas anoréxicas están al borde de la vida y la muerte, porque en algún momento alguien les metió en la cabeza la idea de que estaban gordas y no se reforzó positivamente su ego?¿Cuántos adictos a facebook hay en esta sala?

¿Cómo se puede medir la creatividad?


creatividadLa creatividad supone, por definición, que un problema tiene más de una solucón. Requiere un tipo de pensamiento distinto al que J. P. Guilford denominó «divergente»: va en distintas direcciones y genera múltiples soluciones para un mismo problema.

Sin embargo, los test de CI(coeficiente intelectual) convencionales requieren un pensamiento que lleva a una única respuesta: el pensamiento «convergente»

Guilford pensó que la creatividad podía medirse a partir del número de direcciones que puede tomar el pensamiento de una persona. Creó una serie de test que cualifican el pensamiento divergente, como el test de usos alternativos de 1967, en el que se pide a los sujetos que escriban todos los usos posibles de 3 objetos:

a) un palillo

b) un ladrillo

c) un clip para papeles

En su test de las consecuencias, debían imaginar todo lo que podría suceder si todas las leyes nacionales y locales quedaran abolidas de pronto. Así, Guilford puntuó las respuestas en función de cuatro dimensiones clave: originalidad, fluidez, flexibilidad y elaboración.

Para Guilford, la inteligencia no se compone de un único factor general, sino de 3 grupos de actividades diferentes. Los procesos intelectuales que usamos son las operaciones de las que hay 6 tipos: entre ellas, la memoria, la cognición y la evaluación.

La teoría de Guilford es bastante compleja y básicamente dice que los problemas que requieren soluciones creativas pueden resolverse mediante el pensamiento divergente, o la capacidad de explorar a la ver varias posibilidades. Esta capacidad requiere tests que midan tanto la resolución de problemas como la imaginación, porque a fin de cuentas, como se dice coloquialmente, el más listo no es siempre el más inteligente.

Ser creativo hoy en día está menospreciado socialmente. En una sociedad mecanicista como la nuestra, donde tienes teléfonos inteligentes que te conectan a una red global y social en la que tenemos múltiples herramientas perversas al alcance de nuestra mano, lo creativo destaca, y si destaca es mejor uniformarlo, canonizarlo. Como decía J. P. Guilford: «La persona capaz de generar gran cantidad de ideas por unidad de tiempo tiene más probabilidades de generar ideas importantes» y eso a muchos les asusta.

A mí, solo me gustaría plantearos una pequeña pregunta. Y tú ¿cúantas cosas puedes hacer con un palillo?

El inconsciente


 Un buen amigo y compañero me dijo hace poco que concebía al subconsciente (o inconsciente, si se prefiere) como un borracho que intenta hablar con nosotros. De ahí los sueños y su interpretación onírica dentro de nuestra propia búsqueda personal.

Últimamente, el estudio del subconsciente se ha dejado un poco de lado, al resultar difícilmente comprobable de forma empírica por la ciencia. Sin embargo, sabemos que existe ese pequeño borracho que nos intenta hablar de vez en cuando pero que se encuentra tan narcotizado que no es capaz de acertar con su mensaje.

Han sido muchos los teóricos que han hablado sobre el inconsciente, tanto personal como colectivo, pero hoy me centraré en Pierre Janet, un personaje menos conocido para el gran público que Freud, pero no por ello menos interesante. A finales de 1880 Janet trabajó en el Hospital de la Salpêtrière de París sonde trató a pacientes de histeria y publicó estudios de casos de mujeres con síntomas extremos. Es curioso como el machismo imperante hasta hoy en día conseguía que la mujer fuera un receptáculo de histeria continua, dándose en un 70% de los casos de histerismo en el bello sexo(casi siempre motivado por un afán por apartarla de la vida pública). De hecho, hace poco han estrenado una película llamada «Hysteria» donde se cuenta la historia del Dr. Joseph Mortimer Granville, que  en Inglaterra a finales del S. XIX inventa un peculiar aparato para curar lo que denominaban la «histeria femenina»: el primer consolador eléctrico. (Para que veáis como se las han gastado siempre)

Pero volvamos al tema de Pierre Janet. Una paciente a la que llamó «Lucie» solía estar tranquila, pero a veces era presa de una repentina agitación. Lloraba y parecía aterrorizada sin motivo aparente. Parecía tener tres personalidades distintas, a las que Janet llamó «Lucie 1», «Lucie 2», «Lucie 3» y pasaba de una a otra de forma inesperada, sobre todo bajo hipnosis. Interesante ¿verdad?

Lucie 1 tenía sus propios recuerdos, al igual que Lucie 2, pero Lucie 3 era capaz de recordar acontecimientos de las 3 personalidades. Lo relevante es que Lucie 3 recordaba una experiencia traumática vivida a los 7 años durante las vacaciones, cuando se sentía aterrorizada por dos hombres que se escondían tras una cortina.

Janet concluyó que el trauma infantil de Lucie era la causa de su disociación( que es la separación de algunos procesos de la mente consciente de una persona o de su personalidad cotidiana, es decir, la existencia de dos conciencias separadas). Lucie decía que tenía miedo y no sabía por qué. Janet se refirió a la parte de la mente que él consideraba que se encontraba tras el comportamiento desacostumbrado y perturbado con el nombre de subconsiciente. El estrés y los acontecimientos traumáticos, para Janet, podían causar la disociación en cualquiera que tuviera esa predisposición. Así concluyó con una gran frase: «El inconsciente está soñando; ve a los hombres tras la cortina y coloca el cuerpo en una postura de terror»

El problema de la investigación de Pierre Janet fue su método para llegar a esas conclusiones, ya que se valía principalmente de la hipnosis para sus experimentos.

Pero yo ahora me pregunto, de esas tres Lucie ¿cuál era la verdadera?¿Cual era la personalidad dominante? Sería una buena historia para investigar y novelizar ¿no?

La gran caja de Skinner


1177738092_fB. F. Skinner era un gran investigador, uno de esos genios que marcan un antes y un después en la ciencia. Un cráneo privilegiado que con lápiz, un papel y una buena idea organizó todo un sistema de cajas-problema que desarrollaron la teoría del condicionamiento operante.

Básicamente, y para no atolondraros con vocabulario técnico de psicología de la motivación, las cajas de Skinner son unas cajas diseñadas para que animales en el transcurso de un experimento pulsaran una palanca o un botón que  abría un compartimento de donde sale una bola de comida. El animal(ratas de laboratorio en su mayoría) aprendía un comportamiento o condición por mediación de un estímulo, en este caso la comida. En resumidas cuentas, la rata aprendía que cada vez que pulsaba la palanquita de marras, obtenía una bola de comida, sin importar las veces que le diera. Luego Skinner y sus discípulos le iban complicando la vida al pobre animal cambiando la palanca por un botón, o cambiando las frecuencias en las que recibía la comida. Incluso hay variantes de la caja donde al animal se le injerta una cánula conectada a una bomba de cocaína, y se observa la cantidad de veces que el animal acciona la palanca y recibe su dosis(en este caso, la mayor parte de los animales pulsan tantas veces la palanca que mueren por sobredosis).

Pues bien, así aprendemos los humanos. Bueno, en realidad no es del todo así, pero se asemeja bastante. Espero poder explicároslo próximamente en este blog o en otro, pero no ahora. Ahora me gustaría hacer una reflexión, una pequeña pero creo que interesante reflexión.

Somos un reflejo de nuestra sociedad. Escribimos, hablamos e imaginamos sobre lo que conocemos. Todo lo nuevo que va surgiendo es fruto de una idea anterior que ha evolucionado(qué hermoso es eso de la evolución). Skinner evidentemente no vivía fuera de nuestra sociedad, se valió de la etología para impulsar un campo que está tan en pañales como la psicología(en pañales pero que desde la antigüedad se lleva debatiendo e investigando). Pensemos un momento en una translación de esta idea al mundo humano. ¿Una caja de Skinner para humanos? Bueno, la idea es un poco descabellada ¿no? Pero los humanos no somos ratas, nosotros tenemos más visión y nos daríamos cuenta que nos han metido en una caja donde experimentan con nosotros.

En realidad, no estamos tan lejos de eso. El mundo es una gran caja de Skinner, y nosotros somos las ratas con las que experimentan. Nos enseñan que debemos producir para vivir, nos enseñan que la culpabilidad produce ansiedad y depresión, nos enseñan qué tenemos que comprar, qué tenemos que comer, qué tenemos que pensar… Todo con el método de la recompensa. Si compras esto serás feliz(y efectivamente al encontrarte socialmente aceptado te sientes así), si vistes como uno de tus ídolos de la tele serás un triunfador, si eres emprendedor podrás ser rico y poderoso, envía un mensaje en cadena para que no digan que eres un marginado…. Hay tantos y tantos ejemplos… no sé si veis por dónde voy.

Esta vida que nos han diseñado, esta libertad en la que nos movemos, es tan artificial que parece todo una gran caja de Skinner

Separar para reciclar


Si hay algo que estoy aprendiendo estos días es que en muchas ocasiones no puedes evitar que algo ocurra aunque luches con todas tus fuerzas, es decir, lo que los profanos llaman la irrefrenable fuerza del destino, aunque yo prefiero la denominación «pulsión ineludible».

Las circunstancias nos llevan poco a poco a una nueva situación, y como en nuestros peores sueños de antaño, todo lo que habíamos construido se puede caer en un segundo como un castillo de naipes. Es increible. Tantos años de carrera, tanta experiencia profesional, tanta especialización y tanta ilusión metida en una bolsita de plástico barato y enviada sin miramientos al contenedor más cercano. Es una pena, sí. Una pena que produce ansiedad, pánico, evitación, cambios en la conducta, palpitaciones e incluso depresión.

Yo he pasado por eso, o mejor dicho estoy pasando por eso. No pude evitar, por mucho que me manifesté, por muchas huelgas que hice y por muchos papeles que envié, que súbitamente me despidieran de un trabajo que me llenaba y me hacía mejor persona. Pero hay que adaptarse a la situación y reciclarse. Ahora aprovecho este año para aprender un nuevo idioma(si a consellería le da la gana de enviar un sustituto) como es el francés, y empezar con el grado en psicología. Imaginaos… yo, psicólogo clínico ¿llegará el día que pueda decirlo de verdad? Porque a fin de cuentas, después de la lucha, después de la derrota y después la ira que podamos albergar, se trata de continuar caminando ¿no? Caminar hasta que nos caigamos de cansancio.

Estudiar psicología es una forma de estudiarme a mí mismo, de averiguar cuál es mi problema y aplicar terapias conductistas para forzar una reprogramación que me ayude a ser feliz, y es que esa es la clave. Todo lo que me estoy encontrando estas semanas extraclase e interclase es el concepto de la estabilidad en la felicidad. Has te estar bien contigo mismo para estar bien con los demás. Has de aceptarte y amarte para poder aceptar y amar a los demás. Parece una flipada propia de un comebolas newage, pero en realidad es un principio tan básico en nuestra psique, un pilar tan fundamental, que sin ello no somos capaces de desarrollar nuestra vida. Y en realidad, es por muchas sencillas razones, pero que por ser tan sencillas nos pareces inocuas. Razones como el miedo, el dolor, la culpa, la contaminación informativa, el rechazo… Todo esto podemos trabajarlo desde el punto de vista de la psicología emocional y la terapia conductista.

Pero de todo esto ya os hablaré otro día.

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